domingo, 7 de octubre de 2007

Inmigración en España

Este problema se trata en los medios sólo de vez en cuando, por temporadas, cuando no hay nada mejor de lo que dar noticias.
No hace falta decir que España tiene un problema con la inmigración, y bastante grave. En muy poco tiempo, este país ha ganado más de cinco millones de extranjeros, y eso sin contar a los irregulares, que serán, como mínimo, otro tanto. Es imposible asimilar tal cantidad de población nueva de golpe porque, ni hay el nivel de vida ni la abundancia de trabajo que a ellos les cuentan en sus países de origen, ni tampoco servicios suficentes para todos.
El problema, evidentemente, es desigual. Hay ciudades donde el número de inmigrantes es simbólico, pero en Madrid o Barcelona practicamente han provocado el colapso de los servicios públicos.
Con una política de inmigración que nos convierte en eso también, en el hazmerreír de Europa, y unos servicios sanitarios abiertos a todo el mundo, irregular, con trabajo o sin él, hacen de España una bicoca irresponsable que nos traerá problemas en el futuro.
Aunque no salga en los titulares de las noticias, todos los días llegan cientos de subsaharianos en pateras a Canarias. Y por mucho que nos mienta ese saco de pellejos de voz insoportable para dar una falsa imagen de firmeza del gobierno, toda esa gente no es expulsada a su país de origen. Primero porque la inmensa mayoría llega sin papeles que demuestren su procedencia, segundo porque hacia España embarcan desde regímenes tan saludables y aliados nuestros como Marruecos o Mauritania que se niegan a aceptarlos de vuelta y asumir su responsabilidad ante las mafias locales, y tercero porque, además de no ser expulsados, los inmigrantes subsaharianos son trasladados a la península por la masificación de los centros canarios. Una vez allí, pasado un cierto tiempo, se les da algo de dinero y se les manda a la calle. Y evidentemente tratan de buscarse la vida aquí.
Pero el problema más grave es el que no sale en los medios. Cada día entran por los Pirineos un número incontable de rumanos, en su mayoría gitanos, y otros inmigrantes del este, antes y después de que su país entrase en la UE. Son el colectivo de extranjeros mayoritario y rondan el millón (por eso España siempre da 12 puntos a Rumanía en Eurovisión).
El mayor problema de todo esto es que la mayoría de los que llegan no tienen cualificación y trabajan en sectores muy endebles y mal pagados, sensibles a la bonanza económica. Ahora mismo la economía va bien, pero cuando lleguen las vacas flacas, nadie comprará DVD en la calle, ni tendrá dinero para pagarle a una chica colmbiana por cuidar de los niños o los abuelos, ni a la asistenta marroquí, ni a los obreros sudamericanos o del este en la construcción, por poner ejemplos. Y toda esa masa ya asentada en nuestro país ¿a qué se va a dedicar?
Mientras tanto, el español medio no percibe la supuesta aportación de los inmigrantes a la potencia de la economía española y sí ve cómo éstos tienen preferencia en colegios y guarderías públicas y en la opción a viviendas de protección oficial, como si aquí todos fuésemos ricos. Sumémosle a eso toda la delincuencia que ha generado esta inmigración, que los medios intentan camuflar por miedo a quedar de xenófobos, especialmente problemas que antes prácticamente no existían como asaltos a chalés o pandilleros urbanos. Y por supuesto la saturación de los servicios públicos, en especial la sanidad, que no está preparada ante los bruscos aumentos de población. Todo esto da como resultado brotes de racismo y xenofobia, la progresión de partidos extremistas, etc.
O se proponen regular la entrada de extranjeros en este país, o los problemas que tiene Francia serán de broma comparado con lo que nos espera. Y aquí los políticos "moderados" son demasiado cobardes como para que suja un Sarkozy.

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