martes, 2 de octubre de 2007

El cine español

Aunque nadie hoy se lo crea, hubo épocas en las que el cine español recaudaba tanto o más que el estadounidense. Fueron la segunda república y los ochenta, gracias a Pajares y Esteso.
Desde hace unos años, con alguna excepción, la industria del cine en este país es un club de amiguetes de afinidades políticas muy claras (del psoe o iu, por supuesto), acomodados en el mundo de las subvenciones para hacer bodrios pretendidamente trascendentales y nauseabundamente politizadas que ni a ellos mismos interesan. Es cierto que las películas españolas no pueden competir con las foráneas en presupuesto, pero hacer un buen guión no es cuestión de dinero.
No tan curiosamente, sólo hay tres directores en España que sean realmente taquilleros: Alejandro Amenábar, Álex De la Iglesia y Santiago Segura. Y no porque se dediquen a hacer películas comerciales al estilo yanki, sino porque saben hacer películas con estilo español que interesen al público, y además con calidad (exceptuando el último Torrente, claro). Caso aparte es Almodóvar, del que todavía no termino de entender cómo pueden gustar sus películas, llenas de travestis, prostitutas y drogadictos en un país tan mojigato como Estados Unidos.
Este año, Alatriste nos demuestra que hay potencial y medios para hacer películas taquilleras y de calidad en este país, y que incluso pueden tener una buena proyección internacional. Nuestra historia es suficientemente rica como para hacer varias películas de este tipo al año.
Y, pensándolo bien, no hay mal que por bien no venga. Dado el pésimo nivel interpretativo de este país (los actores que participan en series de televisión y películas también son un club, si cabe más mediocre todavía), por fin se reconoce la valía de nuestros actores cómicos de los sesenta. José Luís López Vázquez, Antonio Ozores, Fernando Fernán Gómez, Alfredo Landa, Gracita Morales ... Todos ellos fueron grandes actores de comedia, aunque tuvieron la mala suerte de participar casi en exclusiva en cine sin pretensiones y muy simple. Y a pesar de ser tan despreciados, algo especial tenían que tener Pajares y Esteso para reventar las taquillas de esa manera. No debe ser tan fácil cuando nadie desde entonces lo ha conseguido.
El cine es una industria, y necesita ser rentable para vivir. Producir una película requiere una gran inversión. Por eso, para salvaguardar la mediocridad de buena parte de nuestro cine, Carmen Calvo, probablemente la ministra menos capacitada del gabinete y de toda la democracia, junto con Moratinos, propone imponer un canon a todo el cine.
De esa manera seguiremos siendo una fábrica de bodrios, pero esta vez con el futuro garantizado.

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