lunes, 28 de noviembre de 2011

Autocrítica

Suena a tópico, pero las crisis tienen algo formidable: Nos ponen de acuerdo a casi todos de lo que se estaba haciendo mal. Tal es así que hoy en día, hasta la mayoría de los izquierdistas convencidos están de acuerdo sin saberlo de la mayoría de las reformas que propuso en su día José María Aznar en aquello que los sindicatos y el PSOE dieron por llamar "Decretazo".
Es cierto que la banca gestionó de manera irresponsable el riesgo a la hora de conceder hipotecas. Es cierto que el origen de la crisis está en la bajada del precio del dinero en Estados Unidos. Es cierto que el PSOE engañó a sabiendas a sus votantes y al resto de los españoles, ocultando la crisis, y que no empezó a tomar medidas hasta que la UE llamó a capítulo a Zapatero y le obligó a tomar medidas ya casi paliativas... Pero no podemos eludir la responsabilidad individual que tenemos la mayoría de nosotros en esta situación. ¿Cuántos españoles no se han hipotecado en condiciones laborales poco estables y asumiendo cuotas al límite sin tener en cuenta fluctuaciones del Euribor? ¿Cuántos españoles prefieren "sin factura" para ahorrarse el IVA cuando contratan determinados servicios? ¿Cuántos no pagan la seguridad social de sus empleados domésticos? ¿Cuántos "aprovechan" la prestación por desempleo para tomarse año y medio sabático? ¿Cuántos empresarios utilizan becarios como si fuesen profesionales de bajo coste o contratan fraudulentamente a personal a jornada completa pagando la seguridad social correspondiente a media? ¿Cuántos agricultores y empresarios no se dedican a captar subvenciones para fines diferentes a los que están dirigidos?
El mayor control es sólo una medida paliativa. Existe una medida más importante: La concienciación. En este sentido, España parece no haber superado todavía el concepto de paternalismo estatal del franquismo (aunque de eso no hablan los defensores de la llamada "Memoria Histórica"). Con un patriotismo español casi despreciado, mucha gente no es capaz de preguntarse qué puede (y debe) hacer por su país en lugar de pensar sólo en qué puede hacer el estado por él. Sin unidad ni orgullo no hay salida, y mucho menos fácil.
La autocrítica y la concienciación tiene que llegar a todos los niveles. España, para crecer, necesita ser un país industrialmente competitivo. Y el papel de potenciador no debe corresponder excusivamente al estado. Es imprescindible que a nivel empresarial nuestro país deje de ser un gran chiringuito en el que miles de pequeñas y medianas empresas se sostienen mútuamente por razones de amistad y conveniencia bajo la ley del mínimo esfuerzo para no tener que crecer ni competir. Y esa es una de las causas de que en este país la meritocracia no es una opción. No es necesaria en el escenario en el que nos movemos. Y sin ambición empresarial, nos quedamos en el siglo XIX.
La banca y los grandes inversores tienen el deber de colaborar dando créditos a empresas o financiando a emprendedores. Además de la necesaria mejora a la hora de crear una empresa, sin dinero es difícil montar un negocio que no pueda tener flujo de caja en poco tiempo (como un bar o una tienda) o bien ser autónomo. Con esas opciones es difícil crear riqueza, es difícil crear industria y es difícil crear puestos de trabajo que no sean precarios. Tenemos que concienciarnos de que invertir en investigación y desarrollo es imprescindible para ser un país competitivo, aunque aquí nos guste invertir sólo en aquello que da dinero a muy corto plazo (véase el ladrillo). Sin ambición empresarial ni financiación para emprendedores, estamos tirando a la basura el talento y el futuro de España. Y lo que es peor, en muchos casos regalándolo a inversores con más sentido común en el extranjero.
Otro punto en el que tenemos que evolucionar es en la concepción educativa y social de los estudios: Las generaciones de españoles que hoy tienen menos de 40 años fueron educadas en la superstición de que el camino recto y necesario era el de colegio - bachiller - carrera universitaria, y que la Formación Profesional era la vía de escape para los incapaces y los fracasados. El resultado de este despropósito es que tenemos más universitarios que Alemania, con casi la mitad de población. Por suerte, a partir de la reforma de los ciclos de formación profesional de Mariano Rajoy cuando fue Ministro de Educación, este tipo de estudios han ganado prestigio y consideración. Pero todavía tenemos que ser conscientes de que España necesita a muchos más técnicos que universitarios. Y que no tiene sentido emplear más de cuatro años de la vida en unos estudios que en la mayoría de las ocasiones no van a proporcionar ninguna oportunidad laboral... Y encontrarnos con legiones de administrativos, teleoperadores y funcionarios de clase C muy sobrecualificados que han estado vagando durante años después de terminar sus estudios universitarios. Es verdad que hay fuga de cerebros. Pero ni las mayores potencias industriales tienen capacidad para absorver a la inmensa cantidad de titulados que generan todos los años las universidades españolas.
Por cierto que las universidades, junto con los aeropuertos, son el mejor ejemplo de uno de los grandes errores de la política española desde la Transición: El localismo. Con la excusa de la necesidad de modernizar el país, los alcaldes y presidentes autonómicos de toda ideología se han dedicado durante años a querer dotar de infraestructuras y recursos supérfluos para su región con fines electoralistas y populistas. El resultado es que hay demasiadas carreteras que casi no se usan, aeropuertos aberrantes que no son prácticos ni rentables y que hasta en la ciudad más pequeña de este país se mantiene un campus universitario (algo mucho más caro que adecuar el sistema estatal de becas de estudios).
Por eso, además de un cambio de Gobierno, debe haber un cambio a nivel individual. Tanto para salir de la crisis como para hacer que nuestro país ocupe la categoría que se merece.

domingo, 13 de marzo de 2011

¿Qué hay detrás de Wikileaks?

En 2010, Wikileaks saltó a la fama mundial con la publicación de lo que se llamó "Cuadernos de guerra", una serie de documentos filtrados que contenían actuaciones poco apropiadas del ejército estadounidense en las guerras de Afganistán e Irak. Desde ese mismo momento, la organización empezó a erigir a su líder, Julian Assange, en una especie de personaje de culto.
Sin embargo, fue en noviembre del pasado año cuando acaparó todos los titulares con la filtración (dosificada) de cables diplomáticos de las embajadas de Estados Unidos en todo el mundo. En ese momento empezaron a llamar especialmente la atención dos detalles: Por una parte, los cables se publicaban con cuentagotas en su página web oficial, y por otra, se filtraban a determinados diarios (todos de ideología izquierdista).
Wikileaks confimó en ese momento que, a pesar de lo que pregona en su web, no tiene demasiado interés en que el gran público conozca de primera mano lo que se publica en sus documentos. La página no disponía (y sigue sin disponer) de ningún buscador por contenidos, por lo que a un lector interesado no le queda más remedio que buscar por año o ciudad donde se ubica una determinada embajada y revisar los cables resultantes uno por uno... La otra opción era captar la información digerida y editada que sobre estas filtraciones publicaban los "diarios amigos". Por supuesto, en este caso la línea editorial de la publicación era la que decidía lo noticiable y lo interesante para los ciudadanos. En España, el diario "socio" fue El País.
Ante las preguntas por diferentes vías acerca de sospechosa dosificación de las filtraciones (cuando afirmaban tener 250000 cables y a fecha que se escribe esta entrada, hay publicadas poco más de 4000) y el hecho de no comparirlas con todos los medios de comunicación posibles, alegaron siempre cuestiones tecnológicas kafkianas, la necesidad de revisar los cables antes de la publicación para eliminar la información personal de personas cuya seguridad se pudiese ver comprometida y la relevancia de los medios "elegidos" frente al resto. Curioso que vayan tan lentos con lo cortos que son los cables. Curioso que tengan tantos paños calientes en este caso y que hayan anunciado hace un mes que publicarán información de personajes importantes con cuentas confidenciales en un banco suízo. Y también curioso que todos los periódicos a los que han filtrado tengan una línea editorial parecida.
Una muestra inequívoca de la "independencia" de los medios que tuvieron la "primicia" de los cables la tenemos en España. A El País se le olvidó contar que el embajador de Madrid los considera un diario socialista; que tenía información de que el PSOE negociaba con ETA ya a principios de 2004 (http://bit.ly/hk2z5j), que el 11 de marzo de 2004 aceptaron, creyeron y avalaron la versión de la autoría de ETA en los atentados terroristas de Atocha que dió el Gobierno durante la mañana de aquel día (http://bit.ly/hiyba8); o que daba por nefasta la gestión de Zapatero y Moratinos con respecto al avión con tripulación española de Chad (http://bit.ly/e1yYNF) Afortunadamente, a principios de 2010, un alma caritativa externa a la organización implementó una aplicación web que sí permite buscar por contenido en los cables publicados (http://cablesearch.org). Actualmente es el único recurso que realmente cumple el objetivo que teóricamente se promete para Wikileaks.
Sin embargo, el código de honor de los de Assange se pone en cuestión cuando hace pocas semanas, el diario 20 Minutos (de nuevo un medio con línea editorial similar a la de El País) anuncia que posee la totalidad de los cables filtrados a la organización conrrespondientes a las embajadas y consulados españoles. Esta información, según el mismo diario, fue proporcionada por el diario noruego Aftenposten, al que a su vez Wikileaks habría filtrado la totalidad de los cables. ¿Debemos entender entonces que para compartir las filtraciones con medios de comunicación no es necesario eliminar la información sensible desde un punto de vista de seguridad? ¿Por qué estos medios pueden acceder (y hacer uso) libremente a toda la información antes que el resto de los ciudadanos? Ante esas preguntas, planteadas a las interlocutoras oficiales de la organización no se ha obtenido respuesta alguna.
Si alguien se toma la molestia de ojear unos cuantos cables al azar, se dará cuenta de que la gran mayoría no son más que informes que el embajador o cónsul en cuestión pudo redactar basándose simplemente en la información publicada por los medios de comunicación locales. Muy poco relevante, y lo políticamente adecuado con la ideología de los medios implicados ya ha sido publicado por los mismos y es conocido por todos. De un modo u otro, las revelaciones contenidas en estos documentos no han sorprendido a casi nadie. Por esa razón, Wikileaks dejó de acaparar titulares y cayó en el olvido.
Reafirmando una vez más que probablemente sus objetivos no son los que dicen ser, han empezado a finales de enero a anunciar cables en las redes sociales con mucha más frecuencia que antes. Y, sorprendentemente, fueron capaces de publicar cabes con mucha más rapidez y adecuados a la "tendencia informativa" del momento: Se publicaron súbitamente multitud de cables concernientes a las embajadas en el Magreb.
Llama poderosamente la atención el hecho de que hasta la fecha sólo se han promocionado fitraciones que afectan directa o indirectamente a Estados Unidos. No sabemos si esto es casual o tiene algún fin. Tampoco si han descartado publicar otras filtraciones fiables que les hayan podido hacer llegar por algún motivo. Desconocemos si realmente Wikileaks se reserva información mucho más importante (como la que supuestamente puso a disposición para descarga pública en modo cifrado sin revelar la contraseña) para proteger a Assange y a la propia organización o se limitan a vender humo para ganar tiempo... Incluso han hecho circular rumores de que lo que publicarán podría definir un nuevo orden mundial.
¿Sigue Wikileaks unos determinados intereses? ¿Hay algo o alguien detrás de esta organización? ¿Es simplemente un sofisticado invento publicitario para convertir a Julian Assange en un personaje? Hay que dudar de quien nos hace dudar. Juzguen ustedes mismos.