martes, 25 de septiembre de 2007

Afganistán

Desde que empezó la legislatura, la pregunta filosófico-política de moda ha sido ¿lo de Afganistán es una guerra? Pues parece que sí. Una guerra de guerrillas, como en Irak, pero a menor escala, más militar y menos terrorista.
Poco tiene que ver la misión de los soldados españoles aquí con las de Kósovo o la ex-Yugoslavia. Allí a lo máximo que se podrían efrentar sería a escaramuzas muy aisladas y se encargarían de labores humanitarias y de seguridad general. En Afganistán ya han muerto bastantes soldados como para decir que es una zona segura y los soldados se dedican a repartir caramelos. Todavía no está claro, recordemos, lo que pasó con el helicóptero de la BRILAT.
Precisamente por estos debates, en ataques anteriores a nuestro ejército en Afganistán, la oposición exigía al gobierno que concediese la condecoración a los muertos con distintivo rojo (reservado para caídos en guerra) y no de distintivo amarillo (misiones humanitarias), además de poruque la primera da derecho a una indemnización de 140000 euros a la familia. Obviamente, ZP y sus muñecos siempre se negaron a esto, porque vendría fatal para su propaganda pacifista y de alianza de civilizaciones el reconocer que tenemos tropas en un país en guerra. Y mucho más cuando uno de los pocos argumentos que tenía contra Aznar, que era el haber mandado soldados a Irak, aunque no fuesen al frente, le explotaría en las narices. Pero hoy leo en las noticias como Alonso, el ministro de Defensa, confirma que se les dará a las víctimas el distintivo rojo, el de guerra.
¿Estamos o no estamos en un país en guerra? ¿O es que los últimos caídos, al ser sólo dos, resultaba asumible económicamente darles la indemnización, al contrario que en casos anteriores? ZP se queda cada vez con menos argumentos.

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