martes, 26 de mayo de 2009

Camino de la sovietización

El partido que nos gobierna empezó, en su primera legislatura, por regular por ley lo que debíamos pesar y recordar sobre la Guerra Civil.
Luego intentó borrar dentro dentro de los textos legales las palabras padre y madre para sustituirlas por aquello de "progenitor A" y "progenitor B".
Más tarde, diseñaron en Cataluña un comité de censura audiovisual con potestad para evitar la emisión de medios de comunicación que no le sean afines. Esto no fue más que la formalización de una política de censura en la televisión pública que han hecho (y siguen haciendo, véanse ejemplos recientes) desde que ZP habita en la Moncloa. El arte ya hace muchos años que lo tienen dominado por medio de una secta cerrada de titiriteros que aseguran la pureza ideológica del gremio.
El año pasado, se sacaron de la manga una comisaría política transversal y feminista (del palo del PSOE, claro) que bautizaron como ministerio, plagada de proyectos estúpidos, dirigida por una mujer de escasa categoría política e intelectual (aunque esto último no es destacable en la generación actual de políticos socialistas: Pepiño, Patxi López, Montilla, Moratinos o el propio ZP), con la pretensión de regular nuestras consciencias e incluso nuestro diccionario.
El ministerio de desigualdad ha sido una fuente inagotable de cortinas de humo para que el Gobierno desviase la atención mediática de la crisis desde que se creó, y estos días nos regala una nueva evidencia de sus pretensiones propias de un régimen como la URSS: pretender regular a qué deben jugar los niños y las niñas en el recreo. Además de ser una imbecilidad que probablemente roce lo ilegal, evidencia el desconocimiento de Bibi acerca de aquello que pretende "cambiar".
Dentro de poco, gorras verdes con estrellas rojas.

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